miércoles, 31 de enero de 2018

Che, Malena

Che Malena, mi marido NO es un acosador. Ese tipo al que acusas con nombre y apellido desde la incitación a enojarse de tu columna en Las12 es, entre otras cosas, el padre de mi hijo. El dato no implica una defensa corporativa en términos familiares eh, pero me obliga a salir a decirte públicamente que lo que están afirmando es una bruta equivocación. Me parece irresponsable y peligroso decir cualquier cosa desde la impunidad del millón de seguidores, con la bandera feminista hecha camiseta tribunera. Es, además, contraproducente justo cuando estamos peleando para que se le crea a la mujer que denuncia.
Por lo demás, enojate hermana (tenés razones de sobra): puede molestarte que Firpo titule su nota con tu apellido como sinónimo del feminómetro que mide cuándo y contra quienes indignarse, o aquella referencia a tu “feminismo panfletario”; yo misma le dije de todo la vez que habló de la mujer como estantería. Pero ¿ACOSADOR? no es.
Sembrar la sospecha de que un tipo es acosador, o violento, o misógino, o golpeador para hacerlo mierda es absolutamente funcional a quienes piden pruebas cada vez que una mujer se atreve a contar la violencia de la que fue víctima.
Y una cosa más, Malena. Ojo con la furia feminista. En ocasiones puede llevarte a ser más patriarcal que el macho que intentas denunciar. Araceli González una imbécil, Julieta Pink empática con la pija, Sandra Borghi una burra, Dalia Gutmann una pelotuda de mierda. Tu rabia tuitera ya un par de veces coqueteó con agarrársela conmigo también en el intento cegador del escrache. Pero pongamos que descubriste (en mi marido) al mismísimo jefe del patriarcado izando todas juntas las banderas de la misoginia más desagradable sobre su falo. Lo tenés ahí, a tiro para desenmascararlo y lo único que se te ocurre es una denuncia falsa de acoso y señalar que está casado con una de las fundadoras del NiUnaMenos.
#Sororidad. A veces se malinterpreta el término. No quiere decir que debamos ser amigas. Se trata de una “dimensión ética, política y práctica del feminismo” como dijo Marcela Lagarde. Una búsqueda de relaciones positivas, una alianza con otras mujeres por una lucha que es común. En esa lucha, para mí, no vale todo. Y te repito: mi marido NO es un acosador.

Valeria Sampedro.
31 de enero de 2018.

sábado, 13 de enero de 2018

Postales veraniegas de los otros (modo #antiselfie)

Lo que sigue es un ejercicio de observación; un hastío del modo #Selfie que se propone volver a mirar a los otros (aunque esa postal nos devuelva más alienación). Colección caprichosa de instantáneas veraniegas tomadas cualquier tarde en una playa junto al mar (la, la, la, la). Gente común eh, ya hay demasiadas crónicas veraniegas sobre celebrities, trajes de baño y celulitis.

1.Tres jubiladas comparten almuerzo tardío en el parador de la playa y la conversación trivial de si es lomo o cerdo, porque yo pedí lomo y si no me trajeron lomo tienen que cobrarme el precio del carré, que seguro es más barato, a ver nene traeme la carta. Deben ser amiga de hace años, viejas colegas o compañeras de estudio; probablemente alguna quedó viuda o simplemente se tomaron licencia de sus familias. Ahora una de ellas recarga su copa de vino blanco, recoge unas miguitas del mantel de papel y se las lleva a la boca, mientras otra revisa el celular y le muestra una foto. La que terminó primero de comer corre su silla y se reclina al sol con los ojos cerrados.

2. Treintipico musculoso, tatuado, color caramelo. Cabellera corta, rapada a los lados, barba de tres días, ojos ni idea porque lentes oscuros todo el rato. Camisa blanca arremangada, bermuda de gabardina, mocasines en la mano. Es un expatriado esteño (o puede que sea un aspirante); en cualquier caso aquí está, altivo y circunspecto, sentado sobre una roca a metros de playa Bristol.

3. Matrimonio nido vacío. Solos los dos, reposera, sombrilla, mate, heladerita. Crucigrama. Ya consumieron sus sanguchitos de matambre (él dos, ella uno). En este momento ella corta un durazno sobre el repasador y le pasa a él su ración. Luego guardarán todo en la canasta y se quedarán el resto de la tarde contemplando el mar. En silencio; el silencio relajado de quien está en confianza y no necesita llenar el espacio de palabras.

4. Familia en estado vacacional. Le estás tirando arena a la señora Fernando! Tomy vení que te pongo protector, quiero hacer pis, ¡barquillos, a 30 pesos los barquillos!, mami me comprás un helado, pedile a tu papá, Laura no trajiste mis ojotas, queseyó Fer, fijate adentro de esa bolsa donde tiré la yerba a ver si están, Franchu me empujó, che dejan de pelearse, él me desarmó mi castillo, bueno ahora haces otro, ¡miren! acá, Tomy no saques la lengua, Fer podés dejar un minuto el celular, sonrían. ¡click!

ValeriaSampedro.
Mar del Plata, enero 2018.