Me compré estos anteojos Bafici, con marco de acetato rojo, para inaugurar
mi etapa como periodista gráfica. El óptico me prometió con ellos una mirada
más aguda de la realidad. Complejos de chica de tele. Si voy a tener una
columna propia ¡sobre feminismo! en Para Ti, necesito dar intelectual. Ser pero
también parecer. Ya lo dice Mirtha, como te ven te tratan.
Quizás ni me conozcan, pero llevo más de diez años pateando la calle como
cronista. Una década de coberturas de lo que se te ocurra, movilizaciones,
paros, incendios, paritarias, sesiones maratónicas del Congreso, maratones de
fin de semana, piquetes, granizo, el precio del tomate, inseguridad. La cultura
noticiero es así. Diletante. Sabemos de nada, un poco. El mérito es que no se
note. Con algo de picardía (y un escándalo menor) cualquier cronista avispado
puede llegar a convertirse en celebridad. Si no mira Robertito.
Dice Birdman, mi superhéroe de la madurez, que la popularidad es la prima
bastarda del prestigio. Así que le hice caso, me compré una pluma y un cuaderno
de ideas.; para que las mieles de la cámara no boicotearan mis incipientes ambiciones
feministas. La tele te da canjes y un montón de seguidores en tuiter. Pero escribir
puede mejorar notablemente tu reputación.
El puerperio tuvo mucho que ver con mi militancia por la igualdad de
género. Tres meses de cautiverio, en camisón y con los ovarios a flor de piel.
Escribir descalza, encorvada, en bombacha y con lagañas. Entre teta y teta;
entre pañales y olor a vómito. Contra las imposiciones de la moda, el acoso
insufrible de los piropos, la justicia patriarcal, el lenguaje sexista.
Escribir sobre femicidio, prostitución, aborto. Pero se terminó mi licencia,
recuperé el peso y (con él) mi talonario de vouchers para conseguir ropa, zapatos
y un baño de keratina gratis por mes. Creí que era el final, y entonces tuve la
revelación: el maquillaje HD puede convivir perfectamente con un ejemplar de
bolsillo del Segundo Sexo. Nuestras carteras dan para todo.
El tema es poner el cuerpo. Si algún día vas a la plaza a quemar corpiños,
no lleves el del bretel estirado y con pelotitas, saca el push-up. Ese es un
gran punto de partida. Y ventilar las miserias del enano machista que (todas)
llevamos dentro. Hacerse cargo.
Por otra parte, no existe el manual de la buena feminista. Sólo Fridda
Khalo puede llevar el bigote con altivez, el resto hacemos lo que podemos. Yo
soy capaz de pasar el invierno entero sin depilarme las piernas y con los
primeros soles de la primavera dejarle mi sueldo entero a Raquel, una reina de
la cera negra, especialista en tiras de cola. Puedo denunciar a los gritos la tiranía
de los patrones estéticos subida al rascacielos de mis plataformas. O ponerme a
cocinar las recetas de doña Petrona sin ningún remordimiento de pasar una tarde
encerrada en la cocina. Soy la que contó en su blog que hacía colecho con un
pequeño electrodoméstico que se ocupaba de sus orgasmos (chicas, posta. Siete
velocidades, ocho centímetros, doce cómodas cuotas. Nunca subestimen a un
micropene con ínfulas de semental). La misma que, creyendo hacer una defensa
acérrima del derecho al placer de las mujeres, llegó a la portada de los sitios
chimenteros y le dio de comer al machismo más retrogrado. Soy todo eso y más.
Soy un manojo de incoherencias pero te puedo asegurar que me siento recontra
comprometida con la causa. Mas ahora, desde que uso mis flamantes anteojos
marco de acetato rojo y soy una chica ParaTi.
Valeria Sampedro.
Nota publicada en ParaTi, seccion Selfies (mayo/2015)
No hay comentarios:
Publicar un comentario